Esta nota la leí en el 2009 en un diario local (Código V) q al menos antes se regalaba en la calle, navegando x internet me tope otra vez con esta nota, que al parecer pertenecía a un blog de w o r d p r e s s (separado x k no me interesa spamear a los pelotudos de wp)
Interesante la nota sobre todo siendo del 2009 (cuando facebook todavía estaba en pañales), le agregaría algunas cosas mas, de todos modos sigue teniendo algo q ver.
Leo asombrado que 200 millones de personas están anotadas en Facebook, lo cual no deja de ser interesante, por varios aspectos: ante todo, 200 millones es casi la población completa de los Estados Unidos, o de la América del Sur de habla hispana (Brasil solo tiene otro tanto, y México anda por ahí cerca), o una parte sensible de Europa – sin contar Rusia, que también anda por esa cifra…
¡Genial, como si todos los rusos, o brasileños, o estadounidenses, o 200 millones de personas de todos lados, se anotan para estar en contacto!
Eso es fantástico: podrían discutir acerca de los problemas comunes y sus soluciones, aprender como educar a sus hijos de modo más eficiente, cómo administrar sus dineros, mejorar sus relaciones laborales, en una palabra, pueden usar esa red de contactos para ”superarse”, o “mejorar las cosas”.
Pero la realidad es diferente: tengo entrañables amigos anotados en Facebook o redes similares – muchos de ellos leales seguidores de mi blog, algunos de ellos personalidades distinguidas en sus campos de trabajo, o de la política, o de la prensa – pero cuando uno sigue con detalle las inserciones que ponen en sus hojas de Facebook, le vienen ganas de reírse, o llorar.
¡Hay cada espécimen!
Que un abuelo publique la foto de su nieto, no lo hace mejor literato, ni peor: pero que un literato anuncie a 200 millones de lectores que salió a comer hamburguesas a la esquina de su casa, es impudicia.
Pero, además, la hija de un amigo avisa a sus compañeras que va a estar en una confitería, así las otras se le reúnen; entretanto, la mamá descubre que no fue a estudiar, como le había dicho, sino que salió de farra. Aquí hay imprudencia (¿de quién? ¿de la mamá o la niña?.
Ni hablar del que avisa a todos sus amigos, conocidos, amigos de los conocidos, etc. que se va a pasar dos semanas de vacaciones en Portobello. Esto no es imbecilidad , es invitar a los ladrones a tu casa.
No me refiero a la cantidad de tonteras, superficialidades, pavadas e insensateces que circulan en esas redes: yo también incurro a veces y con placer en la frivolidad. Sobre eso, si quieren, les cuento otro día, porque la frivolidad es encantadora (citando a Oscar Wilde).
Que un político dé a conocer que está en la convención de su partido, podría servir para que sus seguidores lo aclamen, lo cual es bastante torpe o ingenuo: los seguidores de un candidato no van a la convención del partido con la laptop, sino con pancartas… para demostrar a los otros candidatos que este está presente con muchos seguidores. O quizás serviría para pedirle a su esposa que le mande un sándwich de milanesa; esta segunda opción es indiscreta, me parece, pero puede ser efectiva, aunque más práctico sería que pida el sándwich por teléfono.
Pero además están los candidatos que te mandan diariamente su mensajecito en el Facebook, sin que los hayas invitado. (Vaya y pase los políticos que son amigos míos –créame, amable lector, tengo amigos políticos, y los aprecio mucho- pero aquellos a los que jamás votaría…) ¿Por qué me mandan amables saludos de cumpleaños? Claro: si le di la fecha a Juancito, que la publicó con su lista de amigos, la que copió Pedrito y reprodujo Susanita, mandándosela a Rosita, seguro que el asesor del político electoralero se hizo de las fechas de cumpleaños – y de paso las direcciones – de centenares de miles de posibles votantes. La del político intrusivo no es impudicia: es inmundicia.
Y no me diga que Obama ganó las elecciones gracias a las redes sociales: los que votaron a Obama lo hubiesen hecho sin ellas. Y, de paso, también el candidato republicano (a todos ya se nos olvidó el personaje) usó las redes sociales, y no le sirvió de gran cosa.
Pareciera que, en un giro repentino de nuestras mentes, las redes dejaron de ser un instrumento de comunicación, y se convirtieron en un fin en sí mismo. ¡Que mal habla esto de nosotros!
Fuente: Joelsalpak's Weblog ( http://joelsalpak. w o r d p r e s s .com/ ) [eliminar espacios para ver la web]